Nuestro Árbol
Mi esposo es amante de las plantas y el jardín, siempre
ha sido extremadamente dedicado a cuidarlo y sembrarle plantas ornamentales y
frutales para que se vea hermoso.
Siempre he dicho que tiene excelente mano para sembrar:
el puede tomar una ramita de una planta y colocarla en la tierra y pronto
retoña y se vuelve una planta hermosa y sana. Yo por el contrario puedo traer
una planta con su tierra propia, sus raíces fuertes, y sembrarla echándole
agua….. y se seca. No sé, pero es así.
Bueno pues dentro de la siembra del patio, mi esposo
trajo un pequeño e insignificante árbol de laurel y lo sembró en una de las
esquinas del patio dejando espacio al frente para los niños jugar.
El árbol por supuesto, como ha de esperarse, fue creciendo
y se volvió todo un SEÑOR ÁRBOL enorme, y majestuoso. Ha sido y será por mucho
tiempo la admiración de todos los que nos visitan a la casa. Ya hasta preguntan
por él, como si fuera parte de nuestra familia, la verdad hemos pasado tantas
cosas juntos que es como si lo fuera.
Ha ido creciendo y hemos ido pasando por todas las etapas
en el patio. Primero había grama, luego la inmensa sombra la seco y hubo que
experimentar con diferentes materiales para que los niños pudieran divertirse
sin hacerse daño. Entre ellos estuvo, arena, aserrín de madera, y piedritas
pequeñas.
Nuestro árbol recoge en esencia la historia de nuestra
familia.
Llegó siendo frágil y simple, como nosotros empezamos
siendo solo dos personas simples. Luego fue tomando fuerzas y llenándose de
ramas, así fuimos creciendo en familia con hijos, más hijos, nueras y yernos,
nietos y nietas etc.
Se adornó con orquídeas y helechos, los cuales se han
adherido y embellecido aún más el árbol…así se han acercado a nosotros hijos e
hijas aunque no de sangre y aún de otros países y nacionalidades, han
embellecido y aumentado la familia.
El árbol ha sabido profundizar sus raíces y ha sido capaz
de pasar por tempestades y vientos huracanados sin recibir lesiones mortales,
solo temporales.
Así hemos pasado nosotros también por tiempos muy
difíciles que nos han quebrantado y maltratado, pero no nos han destruido.
Su belleza y grandeza ha traído problemas con vecinos que
no quisieran disfrutar de su sombra; así como nuestras vidas no ha sido
aceptada ni aprobada por algunos que rechazan nuestra fe.
Este hermoso y señorial Árbol ha servido de alojamiento y
alimento a muchas aves que se acercan a él para hacer sus nidos, cantar y comer
de su fruta a su tiempo.
Así nosotros hemos servido en nuestro hogar para alojar
hermanos y familias, ofreciéndoles comida y albergue cuando nos visitan de
otros países.
Nuestro árbol es como un gigante que arropa nuestra casa,
dándonos protección bajo sus ramas, como grandes brazos que nos abrazan.
Su sombra refresca todo el tiempo y hace que nuestra
vista se recree con su belleza única y sus cantos de aves diversos de manera
continua, trayendo hermosas melodías que nos recuerdan toda la obra perfecta de
nuestro Dios en su creación.
Amanecer al lado del árbol es empezar el día con las
melodías de las aves en su gran coro, para darle la gloria a Su Creador. Eso no
tiene comparación ni desperdicio.
Su crecimiento parece imperceptible a nuestros ojos, pero
va creciendo cada día, haciéndose más fuerte, resistente, seguro, firme, confiado,
profundo… no importando que lo poden, o quiebren algunas de sus ramas.
Es todo un ejemplo que quisiéramos imitar, que vayamos en
nuestra vida espiritual y nuestra relación con nuestro Dios: creciendo y
haciéndonos cada día más fuertes, firmes, resistentes, seguros, confiados y
profundos.
Que nuestras raíces sean profundas buscando siempre el
mejor alimento, buscando el agua espiritual, como nuestro árbol busca su agua
en lo más profundo de la tierra.
Cuando veas un gran árbol, no pases desapercibido,
detente y examina su belleza y majestad. Han sido creados con mucho cuidado,
como tú y como yo.
Calladamente hablan de la Creación y de Su Creador.
Así debe ser nuestro testimonio, aún callados debemos
hablar de nuestro Salvador Jesús.